Ojalá no lo dejen convertirse en una mafia como el fútbol profesional Colombiano, ojalá sea un deporte distinto con jugadores honestos y responsables que quieran practicar el deporte por lo que representa y significa, por ser una expresión artística del arte y del cuerpo, de la mente y de los sentidos, que además le pueda brindar a los deportistas posibilidades claras de competencia sana, como a cualquier ciudadano con anhelos de integración y participación.
No se entiende de donde, ni como se llegan a ganar millones y millones de pesos personas que culturalmente no han pasado si quiera por un proceso de formación educativa, cultural y deportiva. Ojalá los directivos que lleguen sean personas transparentes que luchen porque este país se convierta en una verdadera potencia deportiva, obrando de manera responsable a la hora de administrar los sueños de un puñado de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, que lo único que desean es olvidarse un momento de su problemas y refugiarse en este hermoso deporte como lo es el Fútbol Sala.
Ojalá aquellos entrenadores, no caigan en el juego del vicio, de la imposición de deportistas sinvergüenzas o directivos corruptos y de la competencia desleal. Ojalá, que los entrenadores, adiestradores, “profes”, maestros y guías, sean quienes le den a este país una dignidad deportiva. No puede ser mejor la noticia, para los que amamos el deporte, para los que quisiéramos vivir del juego, del sano deporte, de la sana competencia, de la oportunidad de vibrar en cada juego, de llorar, de gritar, de reír, de enojarse y volver a contentarse con una jugada fina, exquisita, armoniosa, de esas que estamos acostumbrados a ver en nuestra hermosa ciudad. Se hace necesario apoyar esta iniciativa y entender que el Fútbol Sala es un deporte de todos y para todos.
Ojalá, que nuestros deportistas entiendan que es un deporte, y que a su vez se puede convertir en una bella profesión digna de representar, con horarios por cumplir, con responsabilidades que afrontar, con metas claras, con sueños inquebrantables, pero sobretodo con una disciplina intachable.
Ojalá, el papel de los comunicadores sociales sea el de respetar las alegrías, emociones, éxitos, triunfos, campeonatos, frustraciones, fracasos, derrotas, desilusiones, angustias. Ojalá el derecho a informar, permita dar a conocer los hechos tal y como son, y no como una realidad maquillada.
Ojalá, Dios quiera, tengamos aficionados serios, pacíficos, respetuosos, que expresen su amor a los equipos de manera sana, que los acompañen a verlos jugar, a sentirlos suyos, que no conviertan los sagrados escenarios deportivos en plazas de enfrentamientos verbales y físicos, como en los tiempos de los Gladiadores griegos, que el deporte permita encontrarnos en el arte mismo del deporte, en la misma acción de ver jugadas maestras, de ver la creatividad, la innovación de seres humanos que mezclan cuerpo y balón para hacer del deporte toda una obra digna de admirar.
Gracias a la empresa Argos por esta oportunidad, que permitirá a muchos colombianos divertirse en pro de la profesionalización de este hermoso deporte, que les dará opciones de ocio sano, de esparcimiento, de recreación y de cultura a muchas personas que aman este juego. Gracias por creer en el talento colombiano, gracias por creer en los clubes colombianos, gracias por creer en las academias deportivas, en las universidades, en los equipos de barrio, pero sobretodo, en los sueños de muchos jóvenes que en el balón sienten, ven y aman la vida.
Por Elias Vallejo Montoya